El cambio como factor
La actualidad nos indica que las cosas están avanzando de una forma inesperada, muy rápida, con el desarrollo de una economía y una evolución de los diferentes sectores productivos que hacen que nuestras empresas tengan que luchar, afianzarse y sobrevivir en el campo de una competitividad abierta y muy reñida. La empleabilidad también está evolucionando hacia una profesionalidad mucho más compleja que requiere de unos niveles de cualificación de las personas cada vez más altas.
Nos vamos a enfrentar a constantes transformaciones que van a conformar un modelo de sociedad diferente, que producirán profundos cambios estructurales con un nuevo equilibrio y mucha complejidad e incertidumbre. Para poder efectuar esas transformaciones las personas adquieren una importancia capital porque el conocimiento, la creatividad y el talento lo tienen y lo desarrollan las personas. Para adquirir estos conocimientos por parte de las personas de nuestra sociedad, nuestro sistema de FP tiene que prepararse en capacidades y en contenidos innovadores continuamente. Esto requiere de una formación pensada e innovadora, que abarque amplios parámetros del conocimiento, y que disponga de elementos necesarios para hacerla atractiva y eficaz.
Nuestra sociedad está cambiando y ningún sistema estático puede funcionar en un entorno cambiante. Tenemos que definir un nuevo modelo coherente y razonable de prospectiva, observación, vigilancia, formación, cualificación y empleo, que dé respuesta a la evolución que están teniendo nuestros sectores productivos. Para ello tendremos que prever que el trabajo se deberá dirigir hacia sectores aún desconocidos, a sectores emergentes, a los sectores más competitivos de nuestra economía.
La Formación Profesional en Euskadi es un valor fundamental para la competitividad de nuestros sectores productivos y para la empleabilidad de las personas. La necesidad de que nuestras empresas avancen hacia campos desconocidos, desarrollen tecnologías emergentes y afiancen y mejoren los sistemas de producción más competitivos, nos obliga a que la formación profesional avance cada vez más cerca de las empresas, les apoye, colabore y desarrolle los proyectos necesarios y que permitan dar respuesta a las necesidades que el futuro nos vaya planteando.
¿Por qué la IC?
La situación económica actual hace que el futuro de la economía mundial sea imprevisible. Para emprender el camino de la recuperación, es esencial potenciar el capital humano y su empleabilidad mediante una mejora de sus capacidades y sus conocimientos. Para ello tenemos que ajustar los perfiles profesionales y la formación a la demanda
El conocimiento del entorno de nuestra realidad empresarial y su entorno, facilita la realización de las actividades para alcanzar los objetivos estratégicos y el logro de las metas en un plazo determinado. En ello contribuye de una forma efectiva el proceso de la Inteligencia Competitiva. Éste resulta clave porque:
Ayuda al proceso de toma de decisiones de forma estratégica ampliando la perspectiva del Centro, al detectar hechos que puedan afectar al centro.
Los centros se pueden anticipar a los cambios de manera proactiva, evitando la tendencia reactiva de la toma de decisiones que afectan la sostenibilidad del centro.
Reduce los riesgos y la incertidumbre que puede presentarse en el proceso de toma de decisiones.
Algunos beneficios aportados por la IC son los siguientes (Palop, 2012):
Reduce riesgos e incertidumbre
Alerta sobre sorpresas tecnológicas, educativas, comerciales y del entorno.
Aporta al proceso de toma de decisiones y planificación estratégica de los centros
Identifica oportunidades para el centro
En el caso de la planificación estratégica, hay que resaltar su capacidad para caracterizar el sector de actividad, satisfaciendo así necesidades específicas del decisor. Prescott (1989) señala su capacidad para aportar en este proceso de Estrategia consiguiendo los siguientes beneficios:
Transforma la información recopilada en inteligencia práctica orientada a la acción.
Se da la colaboración de todos los miembros de una organización en su proceso de inteligencia como «antenas» o vigías.
Se adapta a la dinámica del tiempo para hacer frente a la evolución de los temas críticos y facilitar así la renovación de la organización.
Favorece el seguimiento y anticipación de cambios en la estructura del mercado y actividades competitivas tales como: surgimiento de nuevos negocios, nuevas alianzas, expansión de capacidad, fusiones y adquisiciones, etc. (Fleisher, 2001).