La Inteligencia en Red y la FP
La necesidad de los sistemas de inteligencia
En cualquier mercado, los competidores, clientes o proveedores de una organización, con su actividad diaria, poco a poco alteran sus condiciones de competitividad. Por tanto esta organización debería chequear sistemáticamente las últimas acciones realizadas por las entidades que le rodean, analizarlas y finalmente tomar medidas, día a día, para evitar cada amenaza y aprovechar cada oportunidad.
Si dicha organización tiene formalizada una estrategia propia y unos retos claros que le llevan a mejorar e innovar, p.ej. lanzando nuevos productos o servicios, con mayor razón deberá estar al tanto de los movimientos en torno a dichos productos o servicios. Cada innovación es una apuesta que si resulta exitosa es una garantía de ingresos en el futuro, mientras que si falla representa tirar por la borda mucho tiempo, dinero y recursos. Cualquier entidad que desee innovar sistemáticamente en un escenario cambiante deberá disponer de un sistema de inteligencia que le permita innovar de modo rentable y con el máximo impacto.
¿Inteligencia Colaborativa en Red?
Tradicionalmente los sistemas de inteligencia se han empleado en escenarios competitivos, soportados por sistemas internos de cada organización, enfocados a retos estratégicos confidenciales. Normalmente estos sistemas funcionan aislados y no tienen visibilidad desde fuera de la organización.
Sin embargo, todas las organizaciones tienen aliados y entidades con las que colaboran y tienen la opción de interactuar de un modo más intenso, intercambiando informaciones selectas, en función de los intereses compartidos.
La realidad nos demuestra que es posible colaborar incluso con los competidores directos, de modo puntual o temporal, p.ej.:
Colaboración sectorial: Las organizaciones que compiten entre sí siempre han colaborado en asociaciones para defender intereses sectoriales ante terceros, hacer lobby, aumentar su poder de influencia, tener más visibilidad, prestigio, etc.
Colaboración para conseguir tamaño: Los mercados ligados a obras y servicios públicos tienden a concentrar las compras mediante concursos públicos, exigiendo capacidades y especificaciones muy altas. En este escenario, es habitual que empresas pequeñas, competidoras entre sí, creen uniones temporales para poder competir con empresas de mucho mayor tamaño.
Colaboración para exportar: Exportar implica hacer grandes esfuerzos para soportar la expansión de la actividad comercial, conocer los nuevos mercados, cumplir sus requerimientos, promocionar los productos, etc. Es posible plantear una colaboración entre competidores para crear consorcios de exportación y lograr vender en mercados no accesibles de modo individual, compartiendo conocimiento, riesgos y costes.
Colaboración para innovar: Los programas de ayuda a la I+D+i catalizan la colaboración y la generación de consorcios porque solucionan la aportación de conocimiento y la financiación externa. Si la colaboración con un competidor aporta un nuevo producto con ventajas competitivas y se consiguen nuevos nichos de actividad económica, bienvenida!
Colaboración para la excelencia: En sectores más regulados, p.ej. en la educación o en la sanidad, los centros públicos colaboran sistemáticamente entre ellos para dar un servicio conjunto de mayor calidad y persiguen, de modo natural, la excelencia y el reconocimiento. En los centros privados concertados, la dinámica colaborativa también es más fuerte que la competitiva si la Administración les tracciona y les anima a entrar en ella.
En concreto, en el País Vasco se está haciendo una apuesta sostenida muy importante para que los centros de Formación Profesional orienten sus sistemas de innovación a maximizar la empleabilidad del alumnado y el fortalecimiento de la competitividad del tejido productivo.
Para ello se ha diseñado una red en la que los centros actúan de modo autónomo y flexible, como nodos de inteligencia estratégica y conocimiento. En este diseño los centros tienen capacidad para anticiparse a las necesidades de la sociedad y de distintos sectores productivos. Pueden identificar de forma proactiva nichos de empleo, detectando oportunidades de generación de nuevos productos o procesos productivos y nuevas actividades en sectores emergentes.
Para lograr este escenario ya se han generado tres comunidades de práctica. En una de ellas, centrada en la rutina de observación, los participantes practican y mejoran paso a paso sus técnicas sobre dónde y cómo buscar, cómo preguntar, cómo filtrar, cómo extraer nuevo conocimiento de las señales del entorno y cómo aportar valor para generar nuevas ideas de alto impacto.
Cada centro ya ejecuta sus procesos de observación, aunque falta optimizar la observación colaborativa en torno a retos que afectan de modo conjunto a varios centros. Esta red de inteligencia se podría completar con la colaboración de empresas y otras entidades que hayan apostado por generar inteligencia e innovación en red, junto con los Centros de FP.
En cualquiera de los ejemplos citados, merece la pena monitorizar el entorno y lanzar proyectos de colaboración cuando se dan las condiciones. El resumen se muestra en esta tabla:
La realidad demuestra que la práctica de la inteligencia en red es mucho más potente que la aislada y permite una interacción mucho más rica ya que aporta:
Nuevos enfoques/preguntas para buscar información sobre el mismo reto
Nuevos análisis para interpretar las mismas informaciones de otro modo
En un mundo cada vez más turbulento y con más incertidumbres, desarrollar las competencias para hacer inteligencia en red es muy importante. Cada vez son necesarios equipos más potentes y pluridisciplinares, que sólo se consiguen mediante la suma de personas pertenecientes a equipos distintos, que colaboran en red, de modo puntual o temporal.
Las normas UNE y la inteligencia colaborativa
En 2006 se generó la primera norma UNE166006 sobre "Gestión de la I+D+i: Sistema de Vigilancia Tecnológica". En ella se reconoce la importancia del proceso de la vigilancia tecnológica para generar proyectos de I+D de alta calidad dentro de una organización.
En 2011 esta norma se amplió y cambió de título, pasando a ser "Gestión de la I+D+i: Sistema de Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva", reconociendo que, además de la tecnología, la información de mercado, competidores, clientes, etc. tiene mucha importancia para hacer una evaluación correcta del entorno de una organización.
Esta versión de la norma se ha interpretado en la mayoría de los casos, por defecto, aplicable sólo a un escenario de tipo competitivo porque sí lo cita en el título y no hace mención a la posibilidad de que el sistema de innovación y de inteligencia esté impulsado por una dinámica colaborativa o gestionado en red.
En 2015 Aenor publicó la norma UNE-CEN/TS16555-5:2015 EX "Gestión de la Innovación. Parte 5: Gestión de la Colaboración" en la que quedan descritos numerosos escenarios de colaboración para la innovación, tanto colaboración interna como colaboración con entidades externas.
Por otro lado, en 2015, como resultado del Proyecto Europeo Alerta, se publicó la primera especificación abierta "RedAlerta" v1.0 para plataformas de inteligencia en red, que especifica cómo es posible intercambiar selectivamente ciertas informaciones entre plataformas de inteligencia. De este modo se automatizan las interacciones entre plataformas, sea cual sea su motivación.
Como conclusión, desde finales de 2016 el GT6/166 de Aenor está revisando la norma UNE166006 y uno de los nuevos apartados que está en desarrollo tiene que ver con la inteligencia colaborativa o en red. A finales de 2017 se espera que se publicará la nueva versión de la UNE166006, en la que se completará este punto. Es decir, el sistema de inteligencia de los centros de FP también podría certificarse según la nueva norma UNE166006:2017.